En Costa Rica, el Código de Ética Publicitaria, que fue administrado por más de 20 años por la Unión Consejo Nacional de Publicidad, llegó a su fin a mediados de los 90, gracias a una disputa en el mercado de pinturas y en donde los abogados de las empresas en pugna se olvidaron del plano ético y lo convertieron en una batalla legal. La edición del 20 de marzo de 1994, prácticamente, no llegó a ponerse en práctica. Cómo decía mi abuelo: "Pleito que no lo ganan, lo enredan".
El Consejo Nacional de la Publicidad fue una asociación sin fines de lucro que estuvo integrada por la Cámara Nacional de Medios de Comunicación (Canamecc), la Asociación Nacional de Anunciantes y por Asociación Costarricense de Agencias de Publicidad (Ascap), única entidad que sobrevivió a la debacle.
Los objetivos de la asociación fueron:
"1. Mantener la publicidad dentro de los principios de libertad y responsabilidad, para que pueda realizar ampliamente las funciones que le correponden como actividad privada de beneficio público.
2. Fortalecer, mantener e impulsar el progreso de la publicidad en todas sus manifestaciones
3. Prestar su colaboración en la solución de los problemas nacionales de índoles social y humanitaria que vayan en beneficio de la colectividad.
4. Auspiciar las campañas de publicidad que sean necesarias para la divulgaci´´on de ideas que contribuyan al desarrollo del país y que beneficien a la colectividad.
5. Fijar normas y elaborar un Código de Ética Publicitaria que regule la publicidad en Costa Rica."
El Código fue emitido en su primera edición el 19 de agosto de 1974 y en su prólogo se afirmó que se inspiró en el Código Internacional para el ejercicio de la Publicidad de la Cámara Internacional de Comercio.
El Código se adoptó por el covencimiento de los miebros de que " la autodisplina constituye no solo el sistema más eficiente de garantizar sus derechos al consumidor y a la comunidad, sino también la forma más justa y democrática de alcanzar dicho objetivo, dentro del marco de nuestro sistema de libre empresa".
Se deberá indagar en profundidad, que otras personas, además de Don Manolo Gavilán y Doña Flora Sotela participaron en su redacción. Sin lugar a dudas, los signatarios de este documento fueron unos visionarios.
Hoy, los publicistas hacen lo que mejor les parezca y ante la falta de lineamientos claros, se puede observar casi que cualquier cosa en los medios de comunicación.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment