Se presenta el caso de Josef Fritzl, un hombre abominable que estuvo en boca de todos en el tiempo de la campaña. Fritzl encerró a su propia hija por 24 años, la agredió toda una vida y tuvo 7 hijos con ella, producto de las constantes violaciones.
El primer (y tal vez más sencillo) conflicto ético es sobre el uso de la imagen. Claramente se le solicitó permiso a Fritzl para utilizar su imagen, como el artículo 15 del código de autorregulación publicitaria establece. En efecto hubo una violación ética, a pesar de que se utilizó una imagen pública sacada de Internet para la pieza publicitaria. No me quiero detener mucho en este punto, encuentro otro conflicto ético mucho más interesante y complejo en otra arista de la pieza.
El artículo 5 trata el tema de la decencia, y dice: “La publicidad no podrá contener ninguna imagen, texto o sonido que ofenda o pueda ofender en forma seria o generalizada a un sector relevante de la población”. Por más desprecio que se tenga por su persona, Fritzl sigue siendo ser humano que está siendo ofendido directamente por la publicidad en cuestión.
Otra pieza de la campaña retrata a José Luis de Jesús Miranda, mejor conocido como “Jesucristo hecho hombre”. Él lidera el movimiento religioso “Creciendo en gracia”, y afirma que él es la reencarnación de Cristo. Al decirle hijodeputa, no sólo se ofende a su persona, sino también a todos los seguidores y creyentes de su doctrina religiosa, quienes lo consideran profeta y salvador.
Las motivaciones de “Jesucristo hombre” son más que cuestionables, desde que los ángeles le hablaron en un sueño se hace cada vez más adinerado. El grueso de sus seguidores son personas humildes sin mucha malicia, que confían en la palabra de Dios (venga de donde venga) y “donan” lo poco que tienen a las arcas de la nueva secta.
Al igual que en el primer caso, tampoco se pidió autorización para mostrar la imagen de José Luis de Jesús Miranda, y se le insulta a pesar de todavía tener el derecho a la dignidad. Un violador degenerado y un usurpador de la fe siguen siendo sujetos merecedores de respeto, a lo que viene una pregunta: ¿Hasta cuando?; ¿Cuál es el punto de inflexión de los derechos humanos? (bueno, dos preguntas). Es una pregunta peligrosa que trasciende la ética publicitaria.
Al condenar públicamente a Josef Fritzl y a José Luis de Jesús Miranda se abre un portillo complicado. Si bien algunas personas realizan acciones merecedoras de penalización, la publicidad no es el espacio idóneo para realizarla. Además, si hoy se condena a personajes de dudosa moral, mañana se puede cuestionar la moral de personas inocentes, y el daño que un ataque a la imagen pública genera no se recupera fácilmente.
Establecer un punto en el que se pierda el derecho al respeto como ser humano es imposible, pero lo que sí importa es que las decisiones publicitarias deben ser tomadas con la cabeza, no con el hígado.
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