Esta campaña (que es más viejita, o sea no es la última) ha estado rondando desde hace tiempo en los medios de comunicación nacionales. Sinceramente la primera vez que la vi, me pregunté si yo podría o tendría las agallas para hacerle publicidad a algo que realmente me parece malo. En este caso, para mí es hacerle publicidad a la autodestrucción. Sin embargo, bueno en este negocio se debe de tener los nervios fríos, y uno en realidad se mueve por el dinero, ya que, bueno al menos a mis niveles, uno no escoge para quién le hace la publicidad.
El Código de Autorregulación Publicitaria de nuestro país tiene un claro artículo que se dedica hacia la que se dirige al ambiente. Podemos ver entonces que en el artículo número 10 el cual se llama “Respeto al Ambiente”, menciona que “La actividad publicitaria deberá abstenerse de, directa o indirectamente, estimular, exaltar o tolerar acciones que atenten contra la sostenibilidad del ambiente.”. Los hechos han dejado más que claro que la minería a cielo abierto es de lo más dañino para el medio ambiente. El Código además se refiere a que las “Aseveraciones o indicaciones que un producto es “amigable” con el ambiente, “biodegradable” o expresiones similares, podrán usarse solamente cuando esté disponible suficiente evidencia que el producto no causa ningún daño ambiental durante la totalidad de la vida útil del producto.” En este apartado me hace mucha gracia, porque mucha de la publicidad de esta campaña no habló solamente de los beneficios a la comunidad y los ingresos económicos que podía traer la industria de la minería, sino que además se planteaba como una técnica no tan ambientalmente destructiva, lo cual es una mentira. Es una mentira a nivel ambiental, además de mentira a nivel socioeconómico también, porque dudo mucho que los grandes beneficiados sean los sancarleños, y no los verdaderos dueños de la empresa allá en Canadá.
Talvez al tocar este punto perdí un poco de objetividad, pero lo que me hace sentir bien es que no sólo yo pienso así, sino que el Estado costarricense también, y lo demostró hace unos días de una manera increíble. Probablemente atentar contra el ambiente no difiera para muchas personas de publicitar alcohol o cigarros… Cada quién tendrá sus particularidades personales acerca del producto para el que trabaja. Este oficio es sumamente complicado en algunos casos, ya que uno se debate, al menos en este caso para mí, entre lo que es las creencias personales, u obtener el pan de cada día. Yo en lo personal todavía tengo algunas dudas de lo que yo haría en un caso similar, y bueno es cierto que la tripa puede hablar más duro que la mente, no obstante, eso no quita que después sea un problema también. No obstante, yo al menos creo que con un caso como este, al menos al principio me propondría un dilema… ¿y a ustedes?
El Código de Autorregulación Publicitaria de nuestro país tiene un claro artículo que se dedica hacia la que se dirige al ambiente. Podemos ver entonces que en el artículo número 10 el cual se llama “Respeto al Ambiente”, menciona que “La actividad publicitaria deberá abstenerse de, directa o indirectamente, estimular, exaltar o tolerar acciones que atenten contra la sostenibilidad del ambiente.”. Los hechos han dejado más que claro que la minería a cielo abierto es de lo más dañino para el medio ambiente. El Código además se refiere a que las “Aseveraciones o indicaciones que un producto es “amigable” con el ambiente, “biodegradable” o expresiones similares, podrán usarse solamente cuando esté disponible suficiente evidencia que el producto no causa ningún daño ambiental durante la totalidad de la vida útil del producto.” En este apartado me hace mucha gracia, porque mucha de la publicidad de esta campaña no habló solamente de los beneficios a la comunidad y los ingresos económicos que podía traer la industria de la minería, sino que además se planteaba como una técnica no tan ambientalmente destructiva, lo cual es una mentira. Es una mentira a nivel ambiental, además de mentira a nivel socioeconómico también, porque dudo mucho que los grandes beneficiados sean los sancarleños, y no los verdaderos dueños de la empresa allá en Canadá.
Talvez al tocar este punto perdí un poco de objetividad, pero lo que me hace sentir bien es que no sólo yo pienso así, sino que el Estado costarricense también, y lo demostró hace unos días de una manera increíble. Probablemente atentar contra el ambiente no difiera para muchas personas de publicitar alcohol o cigarros… Cada quién tendrá sus particularidades personales acerca del producto para el que trabaja. Este oficio es sumamente complicado en algunos casos, ya que uno se debate, al menos en este caso para mí, entre lo que es las creencias personales, u obtener el pan de cada día. Yo en lo personal todavía tengo algunas dudas de lo que yo haría en un caso similar, y bueno es cierto que la tripa puede hablar más duro que la mente, no obstante, eso no quita que después sea un problema también. No obstante, yo al menos creo que con un caso como este, al menos al principio me propondría un dilema… ¿y a ustedes?
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